Alquimista Espiritual
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Deja de sentir envidia

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    Victoria Farina
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Transforma tus inseguridades en inspiración y crecimiento personal

En el complejo espectro de emociones humanas, la envidia ocupa un lugar particular. Muchas veces etiquetada como una emoción negativa, la envidia es algo que todos experimentamos en diversos momentos de nuestras vidas, pero que a nadie le gusta mencionar y, por lo general, lo escondemos.

Pero, ¿qué es exactamente la envidia, y por qué surge? En este artículo buscaré desentrañar estas preguntas, explorando las causas subyacentes de este sentimiento y el valioso aprendizaje que podemos extraer de él. Además, te ofreceré estrategias prácticas para cambiar la percepción y convertir la envidia en una oportunidad de crecimiento y reflexión personal.

No soy una experta en esto ni mucho menos, pero he decidido escribir acerca de esto porque es algo que le ha estado pasando a varias personas a mi alrededor y sentí el impulso de hablar de ello. Pero te hablaré a partir de mis años de crecimiento personal, de haber sentido envidia varias veces y haber logrado desentrañarla, y en función de lo que he observado en amigos, familiares y consultantes.

¿Vamos?

¿Qué es la envidia?

La envidia es una emoción que se experimenta cuando una persona desea lo que otra tiene, ya sea una cualidad, logro, posesión o situación. Esta emoción también incluye el sentimiento de descontento o resentimiento derivado de esa comparación desfavorable.

Algunas de las causas comunes por las que podemos sentir envidia son:

Comparaciones sociales: Compararse constantemente con otros y sentir que uno no está a la par nos puede generar esa sensación de “yo no puedo, yo no soy suficiente, y el otro sí”.

Baja autoestima: Tener una percepción negativa de uno mismo puede amplificar el deseo de lo que otros poseen. Si todavía no he aprendido a reconocer mi valor, todo lo que suceda afuera me afectará porque todos serán más “valiosos” que yo.

Inseguridad personal: La falta de confianza en las propias capacidades puede alimentar la envidia hacia los logros ajenos. El no hacer mi trabajo personal y no ver todo lo maravilloso dentro mío también nos genera ese malestar, ya que veremos a los demás utilizando sus talentos y habilidades, y yo creeré que soy menos y no tengo esos talentos.

Competitividad: Un entorno altamente competitivo puede llevar a comparar los propios éxitos con los de los demás. Principalmente cuando en estos grupos se destaca a esas personas que “lo hacen bien”, mientras que los demás no reciben ningún reconocimiento.

Sentimiento de inequidad: Sentir que los demás tienen ventajas u oportunidades injustas puede provocar envidia. Si me quedo en el modo víctima y solo deseo ver el vaso medio vacío, me parecerá que los demás tienen más suerte que yo y las cosas les llegan más fácilmente.

Las raíces de la envidia

La envidia puede tener sus orígenes en experiencias de la niñez, que influyen en cómo percibimos el éxito y las habilidades de los demás en la adultez. Factores como las comparaciones constantes con hermanos o compañeros, la falta de reconocimiento o aprobación de figuras importantes, y un entorno donde el logro personal es desvalorizado, pueden sembrar las semillas de la envidia.

Además, experiencias de inseguridad y falta de recursos emocionales en la infancia pueden hacer que sea difícil celebrar los logros ajenos sin sentir una sutil incomodidad. Eventualmente, estas experiencias pueden manifestarse en la adultez como una tendencia a medir el propio valor en función de lo que tienen o logran otros, en lugar de centrarse en el crecimiento y la realización personales.

Es decir, cuando las experiencias de la infancia fomentan la envidia, puede haber una inclinación en la adultez a evaluar o definir el propio valor personal basándose en comparaciones con los demás. Esto significa que una persona podría sentirse valiosa o exitosa solo si tiene tanto o más que los otros, en lugar de basar su autoestima en sus propios logros y crecimiento, independiente de lo que otros tengan o logren. Se trata de una perspectiva en la que el foco está más en la comparación externa que en el desarrollo interno y la satisfacción personal.

¿Existe la envidia sana?

El término “envidia sana” suele suscitar debate, ya que, por definición, la envidia implica una tristeza o pesar ante el bien ajeno. Desde esta perspectiva, algunos argumentan que no puede existir una forma de envidia que sea verdaderamente positiva. La envidia, al estar asociada con emociones negativas, rara vez lleva a resultados constructivos sin un cambio de percepción significativo.

Si te soy sincera, yo no creo en la envidia sana, para mí es envidia y punto. En lugar de hablar de “envidia sana”, yo le llamaría “inspiración” o “admiración” si realmente no sentimos tristeza o pesar por el éxito de otros y sí podemos alegrarnos por ellos.

Cuando observamos las cualidades o los logros de los demás y sentimos un impulso por mejorar nuestras vidas, esto refleja admiración e inspiración, no envidia. La admiración nos permite apreciar el éxito de otros sin el malestar emocional que suele acompañar a la envidia y la inspiración nos genera un flujo de energía de querer salir y ser como esa persona.

Por el contrario, cuando he visto la famosa “envidia sana” a mi alrededor, me he dado cuenta de que las personas solo se quedaban con esa emoción, pero al final no hacían nada por cambiar, por mejorar, por ir atrás de lo que aquella persona tenía y que se deseaba alcanzar.

Por lo tanto, al buscar mejorar uno mismo motivado por otros, es más constructivo enfocarse en cómo podemos convertir nuestros sentimientos hacia los éxitos ajenos en una fuente de motivación positiva mediante la admiración y la inspiración.

Quien no toma acción y se queda con ese sentimiento de pesar de “yo no puedo tener o alcanzar eso”, corre el riesgo de quedarse estancado en la envidia. Esta perspectiva puede evolucionar hacia el resentimiento y el rechazo hacia aquellas personas que sí logran sus metas o poseen lo que uno desea. En lugar de canalizar esos sentimientos de manera constructiva, las emociones “destructivas” pueden convertirse en un obstáculo para el crecimiento personal y el bienestar emocional.

El efecto observador: Cómo cambiar la percepción acerca de la envidia

Ahora te tengo una buena noticia. Y es que a todo le podemos sacar provecho. Si te has sentido reconocido/a con lo que acabas de leer, no te juzgues ni te sientas mal, a TODOS nos pasa en algún u otro momento. Y por eso, te invito a que cambiemos de percepción…

El “efecto observador” es un fenómeno psicológico que sugiere que la forma en que observamos y evaluamos una situación puede alterar nuestra percepción de la misma. En el contexto de la envidia, esto implica que podemos cambiar nuestra perspectiva al centrarnos no solo en lo que otros tienen, sino en lo que podemos aprender de ellos.

Además, el efecto observador nos muestra que no podemos ver nada fuera que ya no tengamos dentro de nosotros. Esto significa que aquello que veo en la otra persona y me molesta, porque creo que no puedo tenerlo o serlo, ya está presente dentro de mí. Podría ser que no me permita expresarlo debido a juicios, miedo o vergüenza. Sin embargo, reconocer que esta cualidad ya existe en mi interior me da la oportunidad de despertarla y sacarla a la luz.

Al cambiar nuestro enfoque y ver a la persona que envidiamos como un modelo a seguir o una fuente de inspiración, nos empoderamos para ser la mejor versión de nosotros mismos. Este proceso transforma la envidia en un motor para el desarrollo personal y la satisfacción.

¿No te parece maravilloso lo mucho que nos ama la vida que siempre nos trae la solución de frente? El secreto está en querer verlo así…

Los aprendizajes de la envidia

Entonces, como te digo, la envidia, aunque a menudo percibida negativamente, puede ser una valiosa herramienta para el autodescubrimiento y el crecimiento personal.

Primero, nos enfrenta de cara con nuestras sombras, nos revela nuestros deseos y aspiraciones más ocultos, iluminando caminos que quizás no habíamos considerado explorar. Al sentir envidia, podemos identificar aspectos de la vida de otros que secretamente deseamos, lo cual nos ayuda a aclarar nuestros objetivos y prioridades.

Además, la envidia nos enseña la importancia de la autoreflexión. Al analizar las causas de este sentimiento, podemos descubrir inseguridades o áreas donde deseamos mejorar, promoviendo así un desarrollo personal más intencionado. También nos desafía a practicar la empatía y la gratitud para fomentar una apreciación más profunda por lo que tenemos y por los logros de los demás.

Finalmente, trabajar constructivamente con la envidia puede motivarnos a tomar acción. En lugar de quedarnos atrapados en pensamientos obsesivos y emociones que nos llevan a obtener resultados destructivos, podemos canalizar esta energía hacia el crecimiento y la mejora continua. Transformar la envidia en inspiración nos impulsa a desarrollar nuestras habilidades y alcanzar nuestras metas personales.

De la envidia a la inspiración

Aquí te dejo algunas sugerencias prácticas y concretas para comenzar a trabajar sobre la envidia y convertirla en inspiración:

Identificar las emociones: Como siempre les digo a mis consultantes, el primer paso para un cambio es permitirse reconocer el verdadero problema. Tómate un momento para reconocer cuándo sientes envidia y qué la desencadena, o si es siempre hacia una misma persona o no. Esto te ayudará a identificar patrones y áreas en las que desearías mejorar y no te lo estás permitiendo.

Analizar el origen: Reflexiona sobre por qué sientes envidia hacia esa persona o situación. Pregúntate si hay algo específico que admires en ellos y si es algo que desearías desarrollar en ti mismo. ¿Qué hace en concreto esa persona que te molesta o que, en realidad, te gusta, pero tú no lo haces porque no te atreves? Y luego, ve hacia tu infancia, ¿de qué manera se repetía o se expresaba esto en casa?

Establecer objetivos claros: Una vez que has identificado lo que te genera envidia, usa esa información para establecer objetivos personales que te permitan crecer en esas áreas. Si esa persona hace eso y le va bien, te invito a que te inspires en ella, que observes qué pasos da y cuáles podrías comenzar a dar tú para obtener resultados similares.

Desarrollar competencias: Invierte tiempo en desarrollar las habilidades o los atributos que deseas. Esto podría incluir tomar cursos, buscar mentores o simplemente practicar nuevas habilidades. Te aseguro que esa persona a la que envidias tiene éxito porque dedica su tiempo, energía y dinero en lograrlo.

Red de apoyo: Rodéate de personas que te inspiren y que también trabajen en su propio desarrollo personal. Compartir tus experiencias puede ayudarte a motivarte y avanzar. Por el contrario, si estás en un entorno donde nadie hace su trabajo personal y solo critican el éxito de otras personas, será difícil que puedas cambiar tu percepción y aprovechar la oportunidad de inspirarte.

Practicar la gratitud: Enfócate en apreciar todo lo que ya tienes a tu alrededor y los logros que has alcanzado. Mantener un diario de gratitud puede ayudarte a cambiar tu perspectiva y centrarte en lo positivo. ¡Verás que has logrado mucho y que tienes demasiado para agradecer!

Visualización positiva: Imagina cómo sería alcanzar los objetivos que has establecido. Visualizar el éxito puede ser una herramienta poderosa para mantenerte motivado e inspirado. Si no logras hacerlo, seguramente hay creencias limitantes que te bloquean y por eso sientes que no puedes lograr lo que otros tienen. Si esto es así, te invito a que trabajes sobre esas creencias primero.

Compararse con uno mismo: En lugar de enfocarte en lo que tienen los demás y que a ti te falta, te invito a que mires hacia atrás y veas todo tu camino recorrido, todo lo que has hecho sin siquiera percibirlo. ¿Cómo estabas hace un año atrás en comparación a hoy? ¿Qué has aprendido? ¿De qué te has dado cuenta? Quizás te falta tomar más acción, pero ¡proponte que ese sea el próximo paso!

Autorreconocimiento: Celebra tus logros, sin importar cuán pequeños sean. Reconocer tus éxitos aumenta tu confianza y disminuye los sentimientos de envidia.

La decisión es tuya…

Lamentablemente, es habitual que le prestemos más atención a lo que todavía no logramos o que estemos siempre deseando más porque esto ha sido lo que a muchos nos han enseñado. Pero si dejas de mirar el jardín del vecino que siempre es más verde o dejas de amargarte por los 100 pasos que todavía te faltan, y empiezar a ver los 50 pasos que ya sí recorriste, eso te dará fuerza e impulso para seguir caminando.

En definitiva, la envidia, aunque a menudo vista bajo una luz negativa, puede servir como un poderoso catalizador para el autodescubrimiento y el crecimiento personal. Al reconocer nuestras propias emociones y transformarlas en inspiración y acción positiva, podemos convertir la envidia en una oportunidad para mejorar y alcanzar nuestras metas.

Recordemos que el sentimiento de envidia es una invitación para mirar hacia dentro, descubrir nuestros deseos más profundos y motivarnos para realizarlos. Así, al contemplar nuestra propia singularidad y también valorar el camino de los demás, no solo liberamos nuestro potencial, sino que fomentamos conexiones más auténticas y enriquecedoras.

Espero que mis artículos te hayan servido de alguna manera durante este tiempo. Quiero contarte que este será el último, aunque sea por un tiempo. Estoy pasando por una etapa de, vamos a llamarle, muerte y transformación, y me he dado cuenta de que necesito mucha energía para ello. Por eso, quiero despedirme, pero decirte que, si algún momento sientes que yo podría acompañarte en tu proceso, no dudes en escribirme. Te agradezco de corazón por leerme…