Alquimista Espiritual
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El día de la mujer es todos los días

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    Victoria Farina
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Y el del hombre también…

El viernes pasado se celebró el Día Internacional de la Mujer, en conmemoración de muchas mujeres que murieron reclamando por derechos de igualdad de género y contra la violencia.

No suelo participar en manifestaciones; como Acompañante en Bioneuroemoción®, he aprendido que, para cambiar mi realidad y ayudar a otros a hacerlo también, necesito tener una mente inocente, sin juicios ni posicionamiento. Pero sí me gusta observar y escuchar todo lo que sucede a mi alrededor. Y esta semana se me han presentado diferentes situaciones que me han hecho reflexionar acerca de este tema.

Dune y las mujeres

El miércoles pasado fui a ver Dune 2 con mi hermana y algo que me llamó mucho la atención fue la forma en que las mujeres, en concreto las bene gesserit, controlaban y manipulaban absolutamente todos los movimientos; ellas decidían cómo serían las cosas, con quiénes tendrían hijos, de hecho, hipnotizaban a los hombres para quedar embarazadas sin ellos saberlo, decidían quiénes estarían en el poder o a quiénes era mejor eliminar. Básicamente, la imagen de esas mujeres en esa película expresa un matriarcado absoluto, aunque a simple vista no fuera evidente.

Barbie y las mujeres

Unos días después también tuve la oportunidad de ver Barbie, película que hacía rato quería ver debido a los comentarios que escuché. Y para mi sorpresa, lo que percibí fue lo mismo. Una tierra de mujeres que deciden cómo debe ser todo y que excluyen y desvalorizan al hombre, haciendo que sea invisible.

En esa misma película, podemos observar cómo Ken, al salir al mundo real, percibe esa diferencia, se siente “visto”, respetado y quiere traer eso a su tierra de muñecos. Y es muy interesante ver cómo de una polaridad se vuelcan hacia la otra, y se crea el patriarcado que todas ya conocemos. Las Barbies deciden recuperar su tierra y retomar el poder, utilizando estrategias manipuladoras, generando celos y competición entre los Ken y, obviamente, lo consiguen.

J. Lo. y los hombres

También vi la última película de J. Lo., que en realidad es la presentación de su nuevo disco. Ella cree firmemente en el amor, busca sin cesar a su hombre esperado y salta de una relación a otra sin pararse ni un segundo a sentir los latidos de su corazón. Al final, lo que termina haciendo es casarse y divorciarse 3 veces, y podemos observar cómo utiliza a los hombres a su beneficio sin tener en cuenta lo que ellos sienten.

El final de las películas de Barbie y J. Lo. nos muestran que, la solución es amarse a sí misma y escuchar lo que pide el corazón, ir hacia adentro, abrazar a esa niña abandonada que se siente sola y, solo después de cultivar ese amor propio, es que se puede compartir con el exterior.

La vida real

Podemos decir que son películas, pero ya sabemos que esto pasa en la vida real también. Reflexionando al respecto, me vinieron dos recuerdos. El primero fue de mi expareja, cuando vivíamos juntos; en varias oportunidades, él expresó comentarios acerca de sentirse inferior, principalmente cuando yo obtuve mi diploma universitario y él no tenía ninguno. Viendo a Ken en la película, me recordó sus frases y me pregunté si habré sido como Barbie que no lo valorizaba y no me daba cuenta, seguramente que sí.

El segundo recuerdo es de hace años atrás acerca de una chica con la que viví unos meses cuando me hice nómada digital y viajaba de aquí para allá. Ella era muy feminista, me llegó a decir que odiaba a los hombres, pero todas las semanas traía a casa a uno diferente y se ponía mal si no lograba conectar con ellos.

Cuando le pregunté para qué estaba con ellos si tanto los odiaba, su respuesta fue “para hacerlos sufrir como ellos nos han hecho sufrir a nosotras”. Y esto me desencadena muchas preguntas, la más importante es: ¿de verdad así vamos a lograr vivir en equilibrio e igualdad? ¿O lo que realmente buscamos es convertirnos en bene gesserit y que todas las noches sean noches de chicas como las Barbies?

Soltar el posicionamiento y el juicio

Espero que no me malentiendan, como dije al inicio no estoy a favor ni en contra de nada, no busco tener un posicionamiento ni hacer juicios al respecto. Mi intención es plantar una semilla para que comencemos a trabajar en nuestra percepción y nuestras actitudes.

No tengo vergüenza de decirlo, soy una mujer que tiene motivos de sobra para odiar y repeler a los hombres. He sufrido acosos y abusos, me han perseguido en auto, me han llamado por teléfono, he experimentado violencia verbal, muchas veces he tenido miedo de salir de noche a la calle y me he encerrado en mi casa porque solo ahí me sentía segura.

Hasta que me cansé de vivir así y me dije “tiene que haber otra forma de vivir”. Gracias a la consciencia que Dios siempre me ha dado, podía reconocer que repetía patrones, aunque no entendía por qué. Y fue la Bioneuroemoción® la que me ayudó a comprender que llevo una información inconsciente en mis venas que hace que viva determinadas experiencias.

Hay otra manera de vivir

A partir de allí, aprendí a ver la vida con otras gafas, comprendí que mientras mi mente siguiera teniendo esas creencias de que afuera estoy en peligro, eso me seguiría pasando. Comprendí que repetía patrones familiares, pero que yo era libre para decir “no más”. Y eso es algo que se cambia adentro, que se trabaja en el interior, que se aplica cada día de mi vida, y no solo el 8 de marzo.

Reconocí que estaba enojada con la mujer, por no defenderme ni enseñarme a mí a hacerlo. Reconocí que tenía miedo y sí también resentimiento hacia el hombre, pero que eso no me ayudaba a vivir mejor porque al rechazarlo, rechazaba esa parte de mí que él representa. Comprendí y pude ver por mí misma que el hombre también sufre, también es abusado, también tiene programas y creencias instaurados, y también se siente inferior en muchos casos.

En la medida en que sigamos actuando con juegos de manipulación, control, rabia y resentimiento, seguimos alimentando la separación, el odio, la dualidad. Y esto nunca nos llevará a una igualdad de género.

La igualdad está dentro de mí

Esa igualdad comienza dentro de mí. Si yo afuera veo que me separan y me discriminan, necesito ir a buscar eso en mi interior. Ya lo dice Krishnamurti: “no vemos el mundo como es sino como somos”. El afuera es solo un reflejo de lo que llevo dentro, entonces el cambio comienza dentro.

Y pueden ser cambios incluso chiquitos, como por ejemplo mirarme en el espejo y decirme palabras de cariño, valorar mi tiempo y mi energía en vez de malgastarlos con cosas que no deseo o personas que no me interesan, ser coherente y decir “sí” cuando quiero decirlo, y decir “no” cuando algo no me apetece, dejar de hacer cosas por compromiso, dejar de tener sexo cuando no me apetece tenerlo, dejar de salir con alguien solo por no estar sola, aprender a cuidar más de mí, comer mejor, dormir bien, velar por mi seguridad y mi bienestar…

No suena tan difícil, ¿o sí? El problema es que ni a hombres ni a mujeres nos han enseñado a hacerlo, que durante mucho tiempo nos hemos conformado con lo que nos tocaba, pero hoy tenemos la oportunidad, los recursos, las herramientas para aprender a vivir mejor, de otra manera, con consciencia y coherencia.

La unión hace la fuerza

Te deseo, mi querida mujer, que tu corazón encuentre paz y alegría, que seas libre como un ave, que dejes de ver este mundo como una amenaza y puedas sentirte en casa, que abraces y ames intensamente sin sentir el miedo de que te van a lastimar, que te atrevas a mostrar tu luz y tus talentos sin que te repriman, que comprendas que el hombre no es tu enemigo, sino que él también, al igual que tú, ha sufrido.

Si seguimos conservando rencor y resentimiento, es como si tomáramos veneno cada día. Pero si decidimos hacer nuestro proceso personal con amor y compasión, sanamos nuestras heridas profundas. Al comprender que hay información inconsciente que nos rige y hace que vivamos esas experiencias que nos lastiman, podemos cambiar la percepción y ver que hay otra manera de vivir.

El mundo cambia alrededor mío cuando cambio mi interior, mis creencias, mis condicionamientos, mis patrones emocionales. Entonces así nuestro linaje ancestral sana, nuestras relaciones sanan, nuestros hijos sanan, pues tenemos la posibilidad de cambiar y dejar de repetir historias.

Y si integramos esto, aceptamos al hombre con amor, el hombre acepta a la mujer con amor y logran trabajar juntos sin seguir reprochándose, la balanza puede igualarse…

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